Varios
coches nos perseguían, pero, al menos, les sacábamos mucha ventaja. Se oían los
pitos a lo lejos. Era verdad que el coche era pequeño, pero también rápido. Y
Rayo, por supuesto que era rápido, ya que estaba entrenado y apenas se cansaba.
-¿Qué tal vas, María? –pregunté.
-Al principio, muy asustada, pero ahora
le voy cogiendo el truquillo y me voy acostumbrando. Esto es increíble, tía, te
agradezco mucho que hayas venido en este momento, justo para salvarme y hacerme
disfrutar de esta súper experiencia.
-Pocos/as niños/as tienen la oportunidad de
galopar en su primera clase montando a caballo. Por cierto, ¿qué habéis hecho
para montar todo este lío?
-Bueno, supongo que mi abuela te habrá
contado parte de la historia. Hemos ido allí a ver si nos solicitaban un
préstamo pero ellos se han puesto bordes, dijeron que éramos unos delincuentes,
que teníamos que ir a la cárcel, que no nos merecíamos esa ayuda porque sólo
las personas honradas se lo merecían. Entonces mi padre entró en cólera y les soltó una charla sobre nuestra
situación económica, que éramos muy pobres, que nosotros no teníamos la culpa
de que la abuela se hubiese puesto mala, de que ni mi madre ni mi padre
tuvieran trabajo. Dijo que se supone que el préstamo es para personas que
necesitan ayuda, que nosotros necesitábamos mucha ayuda en este momento tan
delicado. Pero ellos no tienen corazón, se enfadaron aún más y dijeron que nos
llevarían a la cárcel ahora mismo. Mi padre reaccionó justo en el momento en el
que casi me capturan, me cogió, me llevó al coche donde mi madre nos esperaba
cuando vio la que se iba a montar. Huimos mientras los otros iban a los
garajes, donde estaban los coches y por eso hemos cogido tanta ventaja que
hemos aprovechado para recoger a la abuela y me he llevado una gran sorpresa al
verte a ti y a Rayo. ¿Qué hacíais aquí?
-Recordarás que hace tres años, te
prometí que te enseñaría a montar a caballo, cuando Rayo estuviese domado. No
me costó mucho domarle, lo que me costó fue que las personas entendieran que él
sólo quería que le montase yo y nadie más. Provocó un accidente que fue por el
motivo anterior, y tuve que irme otra vez. Encontré otro club a dos días de
aquí donde conocí a Stacy, que es para mí como una madre, pero también es mi
entrenadora. Durante tres años estuve entrenando a Rayo. Fueron días muy
felices, veía a Rayo avanzar cada día, aprender cosas nuevas, convertirse en un
caballo de competición. Cuando estuvimos preparados, hicimos un concurso de
Doma Clásica y de salto y allí ganamos la medalla de plata que tengo ahora
puesta. –se la mostré y ella me felicitó. –También gané 50 euros que tengo
ahora mismo y quería dártelos. He venido aquí para cumplir mi promesa y
enseñarte a montar de una vez por todas. Menos mal que traje dinero para
ayudaros.
-No podemos aceptar tu dinero.
-Esta conversación ya la he tenido
antes con tu abuela. Si no queréis mi dinero os haré un préstamo, os entregaré
el dinero y cuando podáis, me lo devolveréis.
-Eso estaría bien y nos salvaría el
pescuezo. Pero no sé qué vamos a hacer ahora porque no podemos volver.
-¿No hay otro pueblo cerca del vuestro?
-Hum… déjame pensar, creo que vamos
hacia un pueblo cercano. Mis padres no escaparían hacia un lugar remoto. Sí,
creo que vamos hacia el pueblo del norte. Allí empezaremos una nueva vida, a
ver si tenemos suerte y encontramos trabajo.
-¿Hacia el norte? ¡Allí está el club
donde voy! –exclamé contenta.
-Entonces, ¿podré ir por fin a un club
hípico?-preguntó ilusionada.
-Si lo puedes pagar, quizás vayas. La
verdad es que yo iba gratis porque me convertí como una hija para Stacy y
también vivo en su casa. Le conté todo mi pasado, ella me comprendió y me
aceptó por fin. Es una buena persona. La mejor que he conocido. Seguro que te
hará un descuento grande cuando le contéis vuestra situación.
-Aun así, no creo que pueda ir. Bueno,
ya te avisaré si puedo.
-Pero si no puedes yo te dejaré montar
a Rayo y te daré clases gratis, ya que soy tu amiga.
-Muchas gracias. –Hacía rato que se ya
no se oían pitos de coches a lo lejos. Estaba claro que les habíamos dejado atrás
y que ya no nos perseguían.
-Hemos tenido suerte, ya no nos
persiguen. Podemos ir más lento entonces, ¿no?
-Por supuesto. –Puse a Rayo al trote.-Este
es el trote de un caballo. Como has pasado al galope directamente no has tenido
la oportunidad de trotar. –nos reímos.- Hay dos trotes: trote sentado, que es
el que estamos haciendo ahora porque es muy difícil hacer trote levantado a
pelo y más si eres un principiante.
-¿Cómo es el trote levantado?
-Te lo enseñaré cuando lleguemos,
primero te tengo que enseñar a levantar el culo de la silla. –levanté el culo
para que viese cómo se hacía y me puse a hacer trote levantado. Rayo estaba
confuso ya que tener a dos personas en su montura y hacer un trote diferente
cada una…así que me puse a trote sentado otra vez.
-Lo voy a intentar…-María lo quiso
hacer, pero no levantaba el culo ni un milímetro y al final se rindió y nos
reímos.
-Te dije que era muy difícil. Pero no
te preocupes, pronto aprenderás.
-¿Cómo le puedes parar sin riendas?
-Bueno, eso es algo bastante difícil,
no se puede hacer con cualquier caballo, sólo se puede hacer con un caballo con
el que tengas mucha confianza. Rayo ya me entiendo, y sabe interpretar lo que
digo de tal forma que si le ordeno que baje la velocidad, él lo hace. La voz es
muy importante, el caballo te puede oír y se acostumbra a lo que dices y,
además se tranquiliza con tu voz. Por eso es muy importante, cada vez que
montes, hablarle al caballo. Sé que parece una tontería pero no lo es, los
caballos son muy sensibles en cuanto a los sentidos.
-Sabes mucho…
-¡Claro! –nos reímos otra vez.
María quiso saber cuánto quedaba de
viaje, así que nos acercamos al coche para preguntar. Nuestras sospechas
quedaron confirmadas en cuanto al lugar donde íbamos a ir. Tardaríamos un día y
medio, así que sólo tendríamos que acampar un día. Me imagino la sorpresa que
le daría a Stacy cuando me viera llegar unos días antes de lo previsto y con
una amiga.
No sentía ningún rencor ni nostalgia en
cuanto a mis padres y mi familia. Y, como no tenía amigos en el colegio,
tampoco echaba de menos a mis compañeros. Stacy me enseñaba todo lo que
necesitaba saber en el colegio y por ello no necesitaba ningún profesor
particular. Además, ¿de qué me servía si yo ya sabía a lo que me quería dedicar
de mayor? Mi vida había dado un giro brusco, había abandonado todo mi pasado
para empezar una nueva vida. Durante el viaje, íbamos en silencio, yo pensaba
en todo esto. Había empezado una nueva vida para mejor: ahora tenía amigos,
familia y caballos. Era una vida de ensueño para mí y por eso sonreí durante
todo el viaje mientras estaba inmersa en mis cavilaciones.
Este es el capítulo que más me ha gustado de todos. Te has concentrado más en los caballos y has aclarado muchas de las dudas que podría tener de la novela.
ResponderEliminarEn el principio, pusiste "Poc@s niñ@s" y eso se ve feo. Puedes poner "Pocos niños" o "Pocos/as niños/as", que es mejor la primera y ya se da a entender que son ambos sexos.
¡Enhorabuena por tu progreso!
Un beso.
PD: espero que este 2014 sea mejor que el 2013 (;
Sí, la verdad que lo aclaré todo un poco más, después de lo que me dijiste ;) Lo de los pocos niños no sabía cómo ponerlo, menos mal que me has dicho una forma ajjaja xD ya lo he cambiado. Muchas gracias. Feliz año nuevo! ;DD
ResponderEliminarBuff!!! Sinnpalabras de verdad... Solo dos cosas:
ResponderEliminar1. Di pudoeras poner una foto de algun caballo que se parezca a Rayo para que mas o menos podamos saver como lo imaginas y quien es el Rayo que leemos xD
2. Que suvas el siguiente capitulo lo antes posible que estoy muy viciada...
Adios :)
Yo prefiero carecer de imágenes para que os lo imaginéis a vuestra manera y no a la mía, para que cada uno cree su propio mundo hípico. Pero en mi tuenti (Vera Arroyo con una foto mía montando a un caballo blanco) he hecho un evento y sale una imagen de un caballo que más o menos es Rayo. El siguiente capi lo subo ahora ;)
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