Dejaros llevar por el contenido de este blog, introduciros en mi mundo, olvidaros de todo y empezad a soñar conmigo.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Capítulo 5 (Un puente hacia la libertad)

Es un poco corto, pero bueno. Espero que os guste xD
Cuando llegaron las navidades, estaba ya cansada del cole, y por eso me alegré. Crecí unos pocos centímetros y sentí que me hacía mayor poco a poco. Estaba disfrutando de las clases de equitación y de mis compañeros. Y cuando me dijeron que iban a hacer un campamento de navidad en el que íbamos estar todo el día en la granja, no hice más que aguantarme la paciencia de que llegara el gran día. Y justo cuando llegó, conocí a varios niños más que también iban a montar a la hípica.

         Primero nos echaron una charla sobre la anatomía del caballo, cómo ve, cómo siente, cómo oye, cómo huele… Las diferentes razas de caballos y las diferentes modalidades hípicas. Posteriormente, nos enseñaron cómo cuidar al caballo: les dimos de comer, les limpiamos la cuadra, les echamos paja, les herramos y les dimos cuerda. También les hicimos varios peinados en las crines y en la cola. Eso fue bastante divertido y nos reímos mucho. Acabamos hambrientos y entonces, comimos allí. Después de comer, nos dieron tiempo libre, que yo pasé con mis amigos y con Trueno. Y otra vez, nos echaron otra charla sobre las enfermedades que puede coger el caballo, cómo evitarlas y cómo tratarlas. Ahora ya sabía todo sobre el cuidado del caballo. Después de la charla, prepararon varios carruajes y nos fuimos a dar una vuelta, todos juntos. Tuve la oportunidad de conducir el carro durante cinco minutos y moló mucho. Cuando volvimos, montamos a pelo. Fue algo maravilloso, algo indescriptible, increíble, inexplicable. Pero lo mejor fue ver el anochecer a lomos de un caballo, disfrutando del viento que me azotaba el cuello, levantándome el pelo por los aires. Me descalcé y me puse a galopar con él, aunque había aprendido a galopar hacía poco, ya que sólo llevaba tres meses montando a caballo. Me desconecté del mundo, era como traspasar una puerta y teletransportarme a otra dimensión, donde todo era posible, donde estaba con mi mejor amigo, un animal para cualquiera que lo viese, pero para mí era mucho más que eso, era un amigo en quién podía confiar. Y de pronto, una voz me despertó de mi sueño, haciéndome volver a la realidad, para mi desgracia. Era mi padre, que decía que ya era hora de volver a casa. Me despedí de mala gana del caballo que había montado, uno castaño y bien bonito, y me fui a casa. Esa noche, soñé con unicornios y pegasos, es que yo tengo mucha imaginación, y me dormí con una sonrisa en los labios: ese día había sido el mejor de mi vida.

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