Apenas oía ya los relinchos de Diablo y notaba cómo Furia
estaba cada vez más cansado. Le animé y le acaricié el cuello mientras galopaba
en suspensión para facilitarle la travesía. Estaba a punto de rendirme y dar la
vuelta cuando de repente, tras rodear un enorme arbusto, me topé de bruces con
Diablo, que estaba pastando tranquilamente como si no hubiese pasado nada.
-¡Vaya susto
que nos has dado, Diablo! Anda, ven con nosotros. –le cogí de las riendas para
llevarlo y nos fuimos con un ligero trote hacia donde se había caído Daniel.
Cuando llegué, Daniel estaba hablando con Chemi y ya se había recuperado del
susto, pero aun así, yo estaba muy preocupada.
-¿Estás bien,
Daniel? ¿Te has hecho daño?
-Sí,
tranquila, estoy bien, no ha sido nada, el casco y el chaleco me han protegido.
¿Traes a Diablo? ¡Qué bien! ¿Estás bien, Diablo? –y le acarició como si el
caballo que le había hecho caer ya no estuviera.
-¿Cómo puedes
tratarle así después de lo que te ha hecho?
-No ha sido
culpa suya, Chemi ya me advirtió y debí estar siempre alerta, pero no le hice
caso, ha sido todo culpa mía, lo siento, Diablo, te quiero. –Diablo relinchó en
signo de cariño y se dejó acariciar como un caballo dócil. Después, dejó que
Daniel se subiera y ya no dio ningún bote, iba muy tranquilo.
-Vaya, al
final has conseguido caerle bien. –comentó Chemi.
-Sí, es un
gran caballo. –Después de la emoción del pequeño accidente, volvimos a casa y
Diablo ya no se botó; Daniel iba mucho más relajado y tranquilo, ahora confiaba
en Diablo. Cuando llegamos, Daniel y yo entablamos una conversación mientras
dejábamos los arreos.
-¿Sabes,
Marta? Tengo que reconocer que a pesar del susto, saltar el pequeño obstáculo
me ha gustado mucho.
-¿Nunca has
saltado?
-La verdad es
que no, me fui a la doma clásica directamente, el salto lo veía demasiado
peligroso. ¿Y tú?
-Yo llegué a
competir en salto y llegué a saltar 1.40m con Rayo pero no me atraía demasiado
el salto así que al final me centré en doma.
-Pues a mí me
gustaría probar… -Fuimos a hablar con Stacy y nos explicó que había otra
modalidad que era como el salto pero en el campo y se llamaba cross, y Daniel
se interesó mucho por ello. Así que llamamos a un profesor de cross y dijo que
vendría mañana.
Acaricié el
grabado de la silla que en un pasado lejano había sido de Rayo donde ponía R&M y un corazón.
Recordé el día en el que Rayo murió a sus 35 años. Estaba montando a Furia y
cuando volví, vi que Rayo estaba tumbado en su cuadra. Fui corriendo,
preocupada, para ver qué le pasaba, si tenía una enfermedad para llamar al
veterinario, pero no era nada de eso, simplemente se estaba muriendo. Me quedé
junto a él acariciándolo y tranquilizándolo, hasta que sus ojos se cerraron, su
respiración se paró y su corazón dejó de latir. Las últimas palabras que Rayo
oyó fueron:
-Te quiero,
Rayo, nunca olvidaré lo feliz que me hiciste, nunca olvidaré los momentos
pasados junto a ti, las competiciones ganadas junto a ti, los paseos a pelo y
todo lo que hemos vivido juntos…te quiero, Rayo, sé que ha llegado tu hora y lo
siento mucho, te quiero… -y entonces las lágrimas comenzaron a salir a
borbotones de mis ojos.
Ese día lloré
más que ningún otro día y pobre de Furia, que no le volví a montar hasta
después de 1 mes cuando conseguí recuperarme de la depresión. Enterramos a
Rayo, como yo quise, en el huerto de mi nueva casa y pusimos un grabado: “En
homenaje al caballo más cariñoso del mundo. Nunca te olvidaremos”. Los días
posteriores a la muerte de Rayo me los pasé llorando en la cuadra que fue de
Rayo mientras Stacy me abrazaba y me decía:
-Sé que es
duro pero así es la vida. Debes aceptarlo, Rayo no podía vivir eternamente, de
nada sirve llorar pequeña. Lo siento mucho…
Pasó un mes
hasta que me di cuenta de que Stacy tenía razón y de que de nada servía llorar.
Furia tenía ganas de correr porque hacía mucho que no le montaba y volver a
montar me tranquilizó un poco.
Acaricié
también la silla que en un pasado había sido de Furia donde ponía: F&M.
Había ganado muchas medallas en raid con él, era un gran caballo y tenía
talento, sólo había que buscarlo. El día en el que él murió me quedé
destrozada, aunque no tanto como con Rayo. Hice otra “tumba” en mi huerto en memoria
a mis dos caballos. Furia había tenido diez hijos y les fui entrenando y
probando cuál era su modalidad. Así, creé mi propio centro hípico donde
entrenaba caballos para la modalidad que mejor se les daba. Conocí a muchos
caballos de todo tipo, de las razas y capas más variadas. La gente me pagaba
bastante por entrenarles, por dar clases a los más novatos y por alojar a
caballos en mi propio centro hípico que nada más y nada menos, tuvo 19.000 m
cuadrados. Daniel se compró una nueva yegua y ganó muchas medallas de cross con
Diablo y de doma clásica con la nueva yegua. Furia y la yegua tuvieron 10 hijos
y a partir de ahí fui teniendo más y más caballos. Me encantaba domar a los
pequeños potros, eran muy cuquis. Daniel y yo nos casamos cuando tuvimos 27
años y tuvimos 2 hijos a los cuales criamos para que también fueran
profesionales en el mundo ecuestre. Yo me volví a presentar a las Olimpiadas
con un nuevo caballo de doma clásica de los muchos que tuve y está vez conseguí
ganar la medalla de oro, ese fue mi mayor logro en la vida. María fue también a
las Olimpiadas conmigo en salto y con ella tuve más caballos, además ella
encontró novio y al final se fueron lejos de nosotros aunque no tan lejos, a
veces íbamos a visitarla. En cuanto a Stacy, ella siempre fue como una madre
para mí y por eso siempre la tendré en mi corazón, aunque mis verdaderos padres
siempre estuvieron a mi lado y nunca más se volvieron a separar de mí.
Fui a mi
habitación, cogí un posit y un bolígrafo y escribí:
“Daniel, ha
llegado mi hora. Ya te dije cuáles eran mis planes y los voy a llevar a cabo.
Quiero que sepas que siempre te he querido y siempre te querré. Hasta siempre.”
Apagué todas
las luces de la casa y fui al pequeño huerto donde los cuerpos de Rayo y de
Furia ya estarían descompuestos, pero su alma nunca se iría de mi corazón. Me
tumbé en la tierra del huerto y cerré los ojos dispuesta a dormirme, no sin
antes contemplar el magnífico atardecer. Ese día mi cerebro dejó de funcionar,
mis pulmones ya no se volvieron a llenar de aire, mi cuerpo ya no se volvió a
mover y mi corazón dejó de latir. Cerré los ojos y fallecí con una sonrisa en
los labios, pensando en que ahora estaría con Rayo y con Furia para siempre.
Has mejorado mucho. Sigues teniendo alguna faltilla, pero somos humanos, ¿no?
ResponderEliminarHa sido todo un poco rápido, pero me ha gustado mucho la parte en la que se muere Rayo (me emocioné...). También puedo decir que el final de la protagonista (nunca me ha quedado claro su nombre...) también ha estado bien. Aunque la nota esa... Bueno.
Ya si eso, leo el capítulo que me has mandado leer.
Un beso.
PD: sigue mejorando. (;
¿Alguna faltilla? ¿Dónde? Dímelas y así las corrijo y no las vuelvo a cometer. Sí, ha sido todo demasiado rápido, pero es que me había quedado sin inspiración así que puse ya el final directamente ;) Me alegro de que te haya emocionado, quiero que mis lectores se emocionen con lo que escribo porque eso significa que lo estoy haciendo bien ^^ La protagonista se llama Marta xD y ¿qué pasa con la nota? Es para avisarle porque si no a lo mejor se cree que ha desaparecido o algo.
ResponderEliminarEspero tu comentario en el capi de mi nueva novela :3