Al
día siguiente siguió lloviendo, como sospechaba, y tuvimos que hacer el
concurso en la pista cubierta, que era un poco más pequeña que la exterior,
pero aun así, bastaba. Seguía ilusionada y como siempre, y no recordaba que
hubiera quedado con mis padres, pero me llamaron para que no se me olvidase ir.
Cuando llegué al parque, ya me estaban esperando. Nos sentamos en un banco y
decidimos ir a un bar, para hablar mientras nos tomábamos algo. Mis padres ya
empezaban a asomar varias canas en sus cabellos y su rostro enseñaba algunas
arrugas.
-Y… ¿cómo habéis llegado hasta aquí?
-Mejor empezamos por el principio.
–comenzó mi madre. –Cuando te fuiste, estábamos muy preocupados. Llamamos a la
policía y te buscamos por todas partes, pero no te encontramos. Al cabo de un
mes, decidimos que era mejor así, no te podíamos mantener, ya que habían
despedido a tu padre y a mí me pagaban muy poco. Así que seguimos con nuestra
vida normal. Pero nos faltaba algo. Pasaron unos cuantos años (ya perdí la
cuenta), y nos dimos cuenta de que no podíamos vivir sin ti, le faltaba algo a
nuestro corazón, nos faltabas. Estábamos muy tristes, llorábamos cada día,
apenas hablábamos con los vecinos y con la familia. Seguimos así, las
Olimpiadas se avecinaban y un día, cuando estábamos haciendo zaping en la tele,
te vimos por casualidad. Dijimos que no podía ser, que estaríamos alucinando,
que nuestras ganas de recuperarte y nuestra imaginación nos habían jugado un
mala pasada, sin embargo, cuando pusieron la clasificación y vimos tu nombre…
No lo dudamos ni un momento. Buscamos información sobre en qué hotel te
alejabas, hicimos las maletas y vinimos aquí para apoyarte en tu carrera
ecuestre y animarte a que ganaras las Olimpiadas. Y bueno, esto es todo, ahora
que estamos aquí, nos alegramos mucho de encontrarte. –Mi madre me empezó a
comer a besos como si fuese una niña pequeña, al principio me reí pero luego la
aparté porque si no la gente nos empezaría a mirar y pareceríamos unas bobas.
-¿Sabéis quién es el caballo que monto?
¡Es Rayo, el hijo de Trueno, el caballo que iban a matar porque no eran capaces
de domarle! Pero yo conseguí domarle y convertirle en un campeón. Es mi
campeón.
-Vaya, hija, te has convertido en una
verdadera amazona. –sonrió mi padre.
-Sí, y ahora que me acuerdo, gracias
por alejarme de mi destino desapuntándome de la hípica.
-Oh, cariño, no queríamos hacerte daño,
es sólo que con nuestra situación económica, no nos lo podíamos permitir, ya te
lo dijimos. A veces la vida no es justa. Demasiadas veces, diría yo. Pero lo
que importa es el presente, no el pasado, así que olvídalo ya y disfruta este
gran momento. –me consoló mi madre.
-Lo entiendo, no sé por qué tiene que
ser todo tan injusto.
-Bueno, ya es hora de que nos cuentes
qué has hecho todo este tiempo y cómo has llegado a las Olimpiadas.
Les relaté mi escapada, mi llegada al
primer club, mi segunda escapada, mi encuentro inseparable con Stacy, mi
aventura con María en la que conocí a Dani…
-Y ahora Daniel es mi novio y soy muy
feliz con él.
-Oh, cariño, qué mayor te has hecho que
hasta tienes novio.
-Pues claro, mamá, ya es hora de que
tenga, ¿no crees? –nos reímos. Seguimos hablando sobre cómo nos había ido en
estos últimos años. Teníamos mucho que hablar y nos lo pasamos muy bien, casi
no nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo y de que me tenía que ir a
acostar, porque mañana me tocaba madrugar. Sólo quedaban 3 concursos y se
decidirían los ganadores. Iba 2ª en la clasificación general, aunque era
imposible que quedase primera, ya que la mujer con ese gran caballo blanco que
montaba, eran más que espectaculares y nadie les superaría. Así que hice dos
concursos más pero cuando íbamos a hacer el último concurso, la mañana antes
del concurso pasó algo.
Fui a la cuadra de Rayo para
prepararle, le cepillé, le trencé las crines y la cola, le limpié los cascos y
entonces vi que tenía una herida. Le salía sangre, seguramente se habría
asustado por la noche al ver al gato que siempre rondaba por las cuadras, y se
habría golpeado contra pared, mientras daba patadas. Maldecí para mis adentros.
No podía ser. Justo el último día, el día definitivo, el día en el que se
decidiría mi destino. Estaba claro que Rayo no podría competir. Le limpié le
herida, le puse vetadine y le vendé el casco. Después, fui a hablar con Stacy y
le dije que tenía que retirar a Rayo. Así que fui a las gradas para ver el
concurso y ver cómo mis últimas esperanzas se iban por la borda.
Vi cómo Daniel se sorprendió y se
preguntó dónde estaba, pero en ese momento no podía distraerse. Quedó cuarto,
muy cerca del segundo, se quedó a un paso de la medalla. Él también estaba
bastante triste. Pero el lado bueno es que quedar 4º de 50 concursantes era
algo insólito, era todo un logro. Esa tarde, Daniel fue a las cuadras y me vio,
porque yo estaba con Rayo, vigilando que la herida no sangrase y controlando
que no se hiciera daño. Estaba llorando.
-Lo siento. -me dijo.
-No tienes la culpa, la culpa la tiene
ese dichoso gato, que asustó a Rayo. No sé qué hizo para asustarle, él siempre
está tranquilo y no le asusta nada de lo que pasa a su alrededor, algo muy
gordo tuvo que hacer el gato. Por cierto, ¿dónde está ahora? Es raro que no
esté aquí. –Justo en ese momento apareció el gato, en persecución de un pequeño
ratón. Daniel y yo nos reímos a carcajadas, sabíamos que los ratones vuelven
locos a los gatos. El ratón se metió en un agujero que estaba arañado y parecía
que se fuese a derrumbar la pared si la rozabas. El gato lo empezó a arañar y
se oyó un estruendo al otro lado. Daniel y yo nos tapamos los oídos. ¿Qué había
allí? Cuando ya no se oyó nada y el gato se fue corriendo, asustado por el
ruido, nos acercamos y, con cautela, metimos la mano en el agujero. De repente,
notamos que nos mordían los ratones. Allí había una gran familia de ratones.
Avisamos al mozo de cuadra e inmediatamente llamó por teléfono. Unos minutos
después vinieron unos señores y nosotros nos tuvimos que ir, algo que no nos
agradó porque nos había entrado mucha intriga sobre lo que había allí dentro.
Bueno, aquí tienes mi comentario. Has mejorado mucho. Aunque estaría bien que describieras más los sentimientos.
ResponderEliminarMe gusta la parte en la que la chica se reúne con sus padres.
Un beso.
Espero es siguiente.